El humo del asedio se ha disipado. El BBVA, que partió convencido de conquistar el Sabadell en un sprint relámpago, se ha visto obligado a levantar bandera blanca. El intento de OPA fue un fracaso y no alcanzó el apoyo mínimo necesario entre los accionistas del Sabadell, así que la resistencia hizo honor a su reputación.
Para los accionistas que “cayeron” y entregaron sus títulos al canje, la victoria fue efímera. La oferta no se consumió, sus acciones les serán devueltas, sin pena ni gloria, su participación regresa al cuartel general del Sabadell como tropas que vuelven del frente.
El Sabadell, mientras tanto, emerge con una moral reforzada. En los mercados, los analistas leen los resultados como una demostración de que este banco puede resistir el fuego de fusiones agresivas. Las acciones del Sabadell podrían ganar respaldo adicional, inversionistas que apostaron por la independencia ven que su apuesta no era absurda. A corto plazo, eso puede traducirse en una recuperación o estabilización del precio. Pero el peligro siempre acecha, una retirada abrupta de estímulos o una coyuntura económica adversa podría revertir la tendencia.
El BBVA, herido pero no destruido, ya asume públicamente que la OPA fue una derrota táctica. Pero en la guerra financiera, rendirse no siempre es el final. Podría intentar una nueva OPA, ya sea en el corto o en el largo plazo. ¿Es rentable ese esfuerzo? Depende de los costes que ha pagado, las pérdidas que ha asumido y la percepción del mercado tras el fiasco.
Si decide volver a la ofensiva, su estrategia podría incluir:
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Mejorar sustancialmente la oferta (más efectivo, mejor canje) para seducir a los accionistas resistentes.
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Entrar por fases, adquirir acciones en el mercado abierto para acumular posiciones discretas antes del asalto definitivo.
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Alianzas estratégicas con grandes fondos para reforzar su ejército financiero.
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Ajustes regulatorios, negociar con los reguladores condiciones más favorables o plazos extendidos.
Claro, todo esto tiene riesgos, si deciden lanzar un segunda OPA es vista como agresiva o desesperada, puede generar rechazo político, escollos legales y pérdida de legitimidad.
En resumen se podría decir que el asedio es todo fracasó, el BBVA retrocede parcialmente, el Sabadell se fortalece moralmente y el tablero queda abierto. Dependerá de la táctica azul si la próxima ofensiva es un triunfo o una retirada aún más humillante.
