Amanecía en el frente financiero. Las tropas del BBVA, lideradas por el general Carlos Torres, seguían avanzando entre humo de dividendos y metralla de folletos de la OPA. Pero algo cambió el rumbo del conflicto. En el flanco catalán, la resistencia del Sabadell levantó trincheras con la fuerza de un pueblo que no se deja comprar… al menos no tan barato.
Los informes de inteligencia (conocidos como rumores de pasillo y filtraciones a la prensa) hablaban de una concentración frente a la sede del Sabadell. Trabajadores, accionistas y algún que otro jubilado con pancarta en mano gritaban el lema del día:
“¡No pasarán, ni con un canje mejorado!”
Mientras en el eco de la protesta resonaba, se escuchaba a los fondos de cazaopas, esos francotiradores financieros que aparecen cuando huelen sangre y rentabilidad, recalculaban sus posiciones. Algunos aprovecharon el caos para comprar barato y esperar que el BBVA suba su oferta, pero otros, más cobardes, recogieron beneficios y salieron corriendo antes de que la CNMV les pidiera los papeles.
Porque sí, ahí estaba la CNMV, ese árbitro con silbato de oro que, en lugar de parar el partido, decidió ponerlo en pausa. Entre comunicados, revisiones y silencios estratégicos, el organismo regulador juega su propio ajedrez, pero eso sí no demasiado rápido para no molestar al BBVA, pero tampoco tan lento como para que el Sabadell cante victoria. Se espera que en los próximos días o semanas, según lo que tarden en encontrar el fax de la CNMV y publique los resultados definitivos.
Por ahora, las estimaciones son muy claras, alrededor del 50% de los accionistas del Sabadell habrían rechazado la OPA. Un resultado que deja al BBVA en un terreno bastante pantanoso, con barro hasta las rodillas y el enemigo atrincherado en su propio valor bursátil.
Los estrategas del Sabadell sonríen, tras recuperado terreno perdido. La banca de inversión, siempre lista para aplaudir al que se mantiene en pie, califica la jugada de “brillante defensa financiera”.
Y las acciones… bueno, las acciones hacen lo que hacen en toda guerra unas suben para luego caer, y otras caen para luego fingir que suben.
Mientras el BBVA (representado en naranja) ha sufrido un ligero desgaste en su valor bursátil, como un ejército que avanza pero pierde suministros, el Sabadell ha logrado fortificar sus posiciones, ganando terreno poco a poco gracias al respaldo de accionistas que resisten la ofensiva de la OPA.
El resultado que podemos ver, es el Sabadell consigue subir en plena batalla, consolidando su defensa con una cotización que pasa de 1,93 € a 2,31 €, mientras que el BBVA retrocede de 9,70 € a 8,75 €. En otras palabras, la “Resistencia Sabadell” sigue en pie y cada día parece más capaz de repeler el asedio azul.
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Sabadell resiste: el 50% de sus accionistas habrían dicho “no” al canje.
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BBVA se tambalea: su ofensiva pierde impulso, aunque aún no se rinde.
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La CNMV actúa como mediadora silenciosa, preparando el informe final de bajas y supervivientes bursátiles.
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Los fondos cazaopas están en modo sigiloso, esperando el siguiente movimiento para recoger el botín.
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La banca de inversión aplaude la defensa del Sabadell y murmura que quizá el BBVA tendrá que mejorar su oferta o lanzar una segunda OPA.
El campo de batalla sigue abierto.
El BBVA, herido en su orgullo y con el botín a medias, tendrá que decidir si lanza un nuevo ataque (OPA 2.0) o si se retira para reagrupar sus tropas y venderlo como “victoria estratégica”.
Mientras tanto, el Sabadell sigue resistiendo, su bandera ondeando sobre un campo minado de deudas, rumores y titulares.
Y, desde la distancia, los inversores miran al horizonte con una sola pregunta en la mente:
“¿Esto acabará en rendición… o en fusión por desgaste?”
