Resulta que en Rusia han descubierto que las criptomonedas no solo sirven para comprar NFTs de gatos cósmicos, sino también para sobrevivir al bloqueo financiero más grande desde que inventaron el Monopoly. Sí, amigos, mientras Occidente los expulsa del sistema SWIFT y les congela las cuentas, los ciudadanos rusos están aprendiendo que un Bitcoin en la wallet vale más que cien rublos en el banco.
¿Cómo lo ven los rusos? Esto es muy fácil, las criptos son el nuevo vodka digital. Sirven para calmar los nervios, esquivar sanciones y, de paso, mover dinero sin que los bancos occidentales les pongan cara de “eso no se puede”. Y claro, el gobierno ruso, que al principio miraba el tema con la misma desconfianza con la que uno mira el sushi en una gasolinera, ahora anda regulando y diciendo “quizá esto nos convenga más de lo que pensábamos”.
Mientras tanto al otro lado en EEUU y sus aliados, la historia es otra, allí los reguladores actúan como suegras vigilando al novio nuevo. El Bitcoin no es libertad financiera, es “riesgo sistémico”. La SEC persigue exchanges como si fueran narcotraficantes, Europa inventa normativas MiCA que ni los abogados entienden y por supuesto, los bancos miran a las criptos como si fueran adolescentes rebeldes con piercings y tattos.
¿Y el oro? Ah, el oro que no se me olvidé… Mientras Occidente se obsesiona con imprimir billetes como si fueran panfletos de rebajas, Rusia y China se han lanzado a comprar oro como si fueran dragones acumulando tesoros. El Kremlin lleva años engordando sus reservas, porque ya se sabe “Bitcoin es digital, pero el oro brilla en las vitrinas del banco central”. Una estrategia que les permite decir “si el dólar nos da la espalda, tenemos oro, y si eso falla, pues criptos”. Porque claro, si algún día las criptos explotan como un cohete fallido de Elon Musk, siempre puedes quedarte con un bonito lingote que, al menos, sirve de pisapapeles. Occidente, en cambio, sigue confiando en el dólar y el euro, como si no estuvieran hechos de papel y deuda, de esa forma cada año que pasa tú ciudadano de a pie compras menos cosas con la misma cantidad de dinero.
¿Qué significa todo esto para el ciudadano de a pie?
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Para el ruso promedio, podríamos decir que más criptos, más oro (aunque no en su bolsillo, claro, eso queda en el Banco Central) y la sensación de que tienen un plan B si el rublo decide convertirse en papel higiénico.
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Para el estadounidense o europeo promedio, con sus regulaciones, advertencias, y el típico consejo de “no inviertas en criptos, es peligroso… pero oye, paga tus impuestos y no preguntes cómo imprimimos dólares o euros, sin freno”.
Y aquí viene la parte especulativa, atentos, que esto es ciencia ficción económica con sabor a ironía por si acaso:
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Si Rusia consolida su mercado cripto y sigue acumulando oro, podría terminar riéndose del dólar en el futuro, al menos en algunos mercados.
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Mientras tanto, el ciudadano occidental podría ver cómo su banco le ofrece un depósito al 2% anual, mientras un ruso cualquiera está tradeando Bitcoin en su móvil en el metro de Moscú.
Así que en conclusión en Rusia ha abrazado las criptomonedas a regañadientes pero con ganas, Estados Unidos las regula como si fueran armas de destrucción masiva y el ciudadano común… bueno, unos aprenden a sobrevivir en digital y otros siguen confiando en billetes que cada vez valen menos.
Pero tranquilos, seguro que todo esto acaba bien. O no.
