martes, 16 de septiembre de 2025

Asedio en la plaza Sabadell, BBVA lanza folletos, pero los accionistas devuelven piedras


Hoy, amanecimos en otro día de batalla dentro de la gran guerra bancaria. Los blindados del BBVA avanzaban confiados, desplegando folletos con cifras gloriosas de victoria, pero de pronto el Sabadell lanzó un contraataque inesperado: “¡Esos números no cuadran!”, gritaron desde su cuartel. Según sus cálculos, el beneficio de la OPA se reduciría nada menos que en 410 millones de euros. Vamos, como si el BBVA hubiera prometido llevar a casa un botín lleno de oro y al abrir el cofre resultara que está medio vacío y con telarañas.

Porque si hacemos un cálculo rápido, usando una ecuación es sencilla:

  • Oferta actual de BBVA = acción de BBVA + 0,70 € por cada 5,5483 títulos de Sabadell.

  • Con las últimas valoraciones, el accionista que diga “sí” a la OPA pierde margen respecto al valor actual en bolsa de Sabadell, que ha subido más que un tanque cuesta arriba.
    Resultado: si ahora mismo aceptas la OPA, el “ganador” es otro, y no precisamente tú.

Ahora bien, pongamos esto en cristiano, como si se lo explicáramos a un adolescente que no entiende de acciones, pero sí de cromos o skins de videojuegos. Imagina que tienes 5,5 cromos del Sabadell (sí, con medio cromo incluido, que nadie sabe cómo meterlo en el álbum). El BBVA llega y dice: “Te los cambio por 1 cromo mío más 70 céntimos en efectivo”. Hasta aquí suena tentador.

El problema es que, al mirar el mercado, resulta que tus cromos del Sabadell hoy valen más que lo que BBVA te está ofreciendo. Es decir, si aceptas el trato, sales perdiendo respecto a lo que ya tienes en la mano. En resumen: es como cambiar tu PlayStation 5 nueva por una PlayStation 4 usada con un vale de 20 € para pizzas.

El Sabadell, mientras tanto, sonríe y asegura que el BBVA tarde o temprano tendrá que mejorar su oferta. Y los accionistas miran con suspicacia al contrato con Evercore, ese asesor carísimo contratado para “guiar” a los consejeros independientes. Muchos piensan que pagar eso es como fichar a un entrenador estrella para un partido de barrio, caro, innecesario y con pocas garantías de ganar.

Por otro lado, el BBVA insiste en que acudir a la OPA no significa perder el dividendo del TSB, la filial británica del Sabadell. Según ellos, está todo incluido en el paquete. Claro, porque repetirlo mil veces convierte la duda en certeza, como aquellos generales que gritaban “¡la guerra estará ganada en Navidad!” cuando llevaban tres inviernos cavando trincheras.

Y aquí entra en escena la CNMV, como si fuera la ONU de este conflicto financiero, que lanza un ultimátum digno de película bélica, el BBVA tiene un mes para mejorar su OPA. Si lo hace, quizá convenza a los accionistas cansados de tanto bombardeo. Si no lo hace, el Sabadell saldrá de la batalla más fuerte, ondeando su bandera de independencia y con 144 años de resistencia gloriosa grabados en su historial.

Lo cierto es que este itinerario del BBVA ha sido un campo de minas, cálculos discutibles, folletos superfluos, asesores millonarios, dividendos en duda y accionistas que empiezan a preguntarse si todo esto es realmente un plan estratégico o simplemente una caminata en círculos dentro de un laberinto con humo.

En conclusión, la batalla está lejos de terminar. Puede que el BBVA vuelva con una oferta mejorada y logre conquistar el territorio, ó puede que el Sabadell resista como Stalingrado, atrincherado en sus cifras y con sus accionistas cantando victoria.

Lo único seguro es que, a día de hoy, si un accionista acepta la OPA, no gana, sino que pierde. Y en tiempos de guerra financiera, eso equivale a rendirse sin disparar una bala.