Érase una vez un perrito japonés que se convirtió en millonario...
No, no es el argumento de una película de Pixar… aunque podría ser.
Shiba Inu (SHIB) tuvo su nacimiento en el año 2020 como la copia memética de una copia memética. Si Dogecoin era el chihuahua de los criptochistes, SHIB llegó como el primo descarado, gritón y sin correa.
El proyecto se definió a sí mismo como "el Dogecoin killer".
Spoiler: Dogecoin sigue vivo, Elon Musk aún lo tuitea, y Shiba… bueno, Shiba hace lo que puede mientras le lanzan croquetas y millones de euros, sorprendentemente.
Shiba Inu ¿Qué clase de brujería le respalda? es una criptomoneda basada en Ethereum, pues sí, porque hasta los memes necesitan una buena base tecnológica para no caerse como castillos de naipes en FTX.
Está respaldada por un ecosistema en expansión que incluye:
- ShibaSwap: un DEX con nombre de juguete para niños, pero que permite intercambiar tokens, apostar y tener la ilusión de que estás participando en algo serio.
- LEASH y BONE: los otros tokens del ecosistema. Porque, claro, ¿qué sería de un perro sin correa ni hueso?
- Shibarium: una solución de capa 2 que promete transacciones más rápidas y baratas. Aplausos. Aunque todavía estamos esperando que todo funcione como en las presentaciones de PowerPoint.
Ah, y han hablado de metaverso, NFTs, juegos y otras palabras mágicas que hacen que los inversores saquen la cartera sin saber muy bien por qué.
Según su manifiesto (sí, tiene uno, como los revolucionarios de garaje) Shiba Inu es un experimento en comunidad descentralizada espontánea. O lo que es lo mismo:
"Lanzamos un token con la cara de un perro adorable y esperamos que la gente se vuelva loca. Spoiler: funcionó."
La comunidad, autodenominada el ShibArmy, se encarga de expandir, votar, compartir memes y, básicamente, hacer que el valor del token suba por puro entusiasmo y tenacidad digital.
¿Es transparente el proyecto? A ver… digamos que es translúcido.
Fue lanzado por un creador anónimo llamado Ryoshi (porque claro, usar tu nombre real está sobrevalorado). Y aunque ya desapareció como buen ninja digital, dejó el ecosistema andando solo, como si fuera un Tamagotchi autónomo.
No hay una empresa oficial, ni sede física, ni CEO dando entrevistas. Lo cual es poético y romántico, pero también ligeramente alarmante si lo que quieres es… no perder dinero.
Eso sí, han creado una Fundación Shiba, tienen desarrolladores trabajando en Shibarium y un roadmap que se actualiza entre bambalinas. Transparencia 100%, estilo niebla londinense. La evolución de Shiba Inu, desde un centavo al cielo;
- 2020: Nace como un token con 1 cuatrillón de unidades. Porque, claro, ¿quién necesita escasez cuando puedes tener absurdidad?
- 2021: Explota la fama gracias a Reddit, Elon, FOMO y porque la gente creyó que hacerse rico con perros digitales era una gran idea.
- Vitalik Buterin recibe la mitad del suministro. Decide donar el 10% a la India y quemar el resto, convirtiéndose en el héroe accidental del ecosistema.
- 2022-2023: Lanzamiento de ShibaSwap, planes para Shibarium, hype por el metaverso, y mucha gente descubriendo lo que es un "mercado bajista".
- 2024-2025: Siguen trabajando, siguen prometiendo y siguen con una comunidad que se aferra con uñas, dientes y memes al proyecto.
Cuáles podrían ser las ventaja que tendría:
✔️ Comunidad apasionada a veces más peligrosa que un culto, pero no se puede negar que es adorable.
✔️ Marketing viral sin gastar un euro. Ya que el internet hace el trabajo solo.
✔️ Ecosistema DeFi en crecimiento. No todo es humo… hay humo con tech detrás.
✔️ Precio bajo por token, lo cual engaña al cerebro haciéndote creer que eres millonario con 10 euros.
Pero también tenemos una serie de desventajas y estás serían:
❌ Volatilidad extrema. Un twit puede triplicarlo o hundirlo.
❌ Suministro descomunal. Que valga 1 céntimo implica una capitalización más alta que Apple. De forma literal.
❌ Proyecto sin rostro. No hay líderes visibles, solo ideales flotando como las galletas de la fortuna.
❌ Promesas de largo plazo que suenan a “te lo juro que esta vez sí estudio para el examen”.
¿Y su destino?¿El cielo? ¿El olvido? ¿Un spin-off en forma de dibujo animado?
Nadie lo sabe. Pero si algo ha enseñado Shiba Inu es que, en el criptozoológico digital, hasta el perro más ridículamente creado puede acabar moviendo la cola del mercado.
Pensemos que Shiba Inu (SHIB) no es una criptomoneda. Es una filosofía. Un estilo de vida. Una religión digital para quienes creen que los memes pueden mover el mundo financiero más que los informes de Goldman Sachs.
Y quizás, solo quizás, tengan razón.
Así que si decides invertir, hazlo con humor, precaución y una buena correa. Porque este perrito puede ser lindo, pero también muerde.