Todo esto empezó en enero de 2024, cuando, tras años diciendo que Bitcoin,..., era un “activo sin fundamentos”, BlackRock lanzó su ETF de Bitcoin (IBIT). Sí, ese mismo fondo que, apenas unos meses después, ya había acumulado más BTC que muchos países reservas de oro. Y no es un decir. A fecha de hoy, BlackRock gestiona más de 300.000 BTC, lo que en números que marean serían más de 18.000 millones de euros. Tranquilos, solo es una cantidad ligeramente superior al PIB de varios países africanos pequeños.
Pero aquí no acaba la historia. Porque mientras tú estabas ocupado comprando un café con leche a 3,50 € en una cafetería, BlackRock estaba mirando de reojo a Ethereum como quien descubre que el hermano menor también tiene potencial,..., y contratos inteligentes.
Pero claro, como no les gusta hacer las cosas a medias, ya han comprado más de 1,5 millones de ETH, se podría decir, unos 2.500 millones de euros en el “gas digital” del futuro. A este ritmo, en lugar de un ETF, van a acabar montando un parque temático llamado "EthereumLand by BlackRock", con staking en la entrada y validadores como montañas rusas.
En la actualidad ambas criptos están bailando al son de la música institucional. Desde que entró BlackRock:
- Bitcoin ha consolidado su narrativa de “oro digital 2.0”, con un ETF que los Boomers pueden comprar sin entrar en Binance ni explicar qué es una wallet.
- Ethereum, en cambio, está subiendo su valor como actor versátil, sirve para DeFi, NFTs, DAOs, y próximamente,..., para que los bancos centrales tokenicen hasta tus multas de tráfico.
Y claro, cuando un titán compra las dos, el mercado responde. Los volúmenes aumentan, los minoristas se activan, pero claro los influencers cripto reaparecen como si nunca hubieran vendido en pérdidas en 2022. Cuales son las ventajas que a conseguido BlackRock:
Primero: controlar la narrativa. Porque ahora, cuando se habla de Bitcoin en medios financieros, no se menciona a Satoshi, sino a Larry Fink.
Segundo: tener una influencia brutal en los precios de las dos criptomonedas más importantes. Si compran, el mercado sube. Si se rascan la nariz, el mercado tiembla.
Tercero: preparar el terreno para algo más grande, un futuro donde los activos digitales estén completamente institucionalizados, envueltos en trajes de tres piezas, y donde tú solo puedas entrar al mercado,..., si pasas por ellos.
¿Y cuál podría ser su objetivo? Pues algo tan simple como convertirse en el banco central informal del mundo cripto. Controlar y ofrecer ETFs para todos los gustos ¿Ethereum Classic con aroma a regulador alemán?¿Solana con sabor a burbuja?, y sentarse cómodamente mientras las comisiones llueven.
De hecho, no sería raro que próximamente lancen el ETF de Ethereum Spot oficial, con bombos, platillos y probablemente una declaración tipo:
“Siempre creímos en Ethereum. Desde hace,..., tres meses.”
Porque posiblemente lo siguiente será eso, ETF de Ethereum, luego ETF de L2, y cuando te des cuenta, el staking estará dentro de tu plan de pensiones.
Brindemos, pues, por BlackRock. Por convertir lo que antes era rebeldía financiera en un producto de inversión para ejecutivos en Suiza. Por demostrar que no importa lo que digas sobre una tecnología mientras puedas comprarla después con descuento. Y por enseñarnos que, en el capitalismo financiero, si no puedes vencer a las criptomonedas,..., las regulas, las embotellas y las vendes como ETF en Wall Street.