Aunque uno pensaría que firmar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sería suficiente para que cualquier país se portara "serio" con sus finanzas, El Salvador decidió que el amor por Bitcoin vale más que las advertencias de los hombres de traje gris en Washington.
Todo comenzó en septiembre de 2021, cuando el presidente Nayib Bukele decidió que el Bitcoin no solo era cool, sino digno de ser moneda oficial. Desde entonces, El Salvador ha estado acumulando BTC como si fueran figuritas de colección, mientras el mundo financiero observaba con una mezcla de asombro y ataque de nervios.
¿Y cuántos BTC tienen guardaditos? Según la Oficina Nacional de Bitcoin, sí, existe una aunque no lo parezca, hasta marzo de 2025 El Salvador ha acumulado más de 6.110 BTC, valorados en aproximadamente 498 millones de dólares. Todo esto mientras firmaban un acuerdo con el FMI que, en teoría, implicaba moderación. Pero bueno, ¿qué es la coherencia cuando se tiene una billetera cripto?
¿Pero no es que el FMI? ¿Les prestó una fortuna? Claro que sí. En febrero de 2025, el FMI aprobó un acuerdo de 1.400 millones de dólares para que El Salvador pudiera respirar un poco y evitar que sus finanzas se derrumbaran como una altcoin en temporada bajista. ¿La condición? Reducir el uso público de Bitcoin y no emocionarse tanto con la adopción estatal.
¿Y qué hizo El Salvador? Compró más Bitcoin. Porque, evidentemente, las sugerencias del FMI son más flexibles que una altseason.
El Salvador no ha terminado de pagar su deuda. De hecho, el acuerdo con el FMI contempla un ajuste fiscal de 3.5% del PIB entre 2025 y 2027, lo que se traduce en unos 1.430 millones de dólares de sacrificio presupuestario. Pero tranquilos, siempre quedará espacio en el presupuesto para un par de Satoshis más.
Porque, en palabras del gobierno salvadoreño, Bitcoin es el futuro y nada grita “confianza económica” como ignorar al FMI para seguir invirtiendo en un activo volátil que, de vez en cuando, se desploma un 20% en una tarde.
Mientras el FMI se preocupa por la estabilidad fiscal, El Salvador parece más enfocado en liderar la revolución cripto. Aunque eso implique caminar por la cuerda floja financiera con una sonrisa colgate. ¿Resultado? Una mezcla fascinante entre audacia económica y una telenovela de riesgo soberano.
¿El futuro? Nadie lo sabe, pero si el precio de Bitcoin se dispara, Bukele quedará como un genio visionario. Y si no… bueno, siempre se puede culpar a la prensa.