jueves, 25 de septiembre de 2025

Cuando los bancos descubren que el dinero digital no cabe en la hucha

Los bancos, esos templos sagrados donde uno todavía necesita cita previa para abrir una cuenta, empiezan a sudar frío con las monedas digitales. Porque claro, hasta ahora eran los amos del corral, el dinero entraba, ellos lo movían, cobraban comisiones y todos felices, menos tú, claro. Pero ahora resulta que aparecen las monedas digitales, intangibles, invisibles y rebeldes, que se usan como medio de intercambio fuera del sector bancario tradicional. Vamos, como si alguien hubiera inventado un Uber del dinero y dejara a los taxis bancarios mirando el retrovisor.

El gran miedo es algo muy simple, si el euro digital del BCE llega a hacerse realidad, podría encarecer el coste de financiación de los bancos. ¿Por qué? Porque si tú y yo podemos tener euros virtuales en una billetera del BCE, ¿para qué meter nuestro dinero en el banco a cambio de intereses ridículos y comisiones de mantenimiento dignas de película de terror?

Ahora bien, ¿podrán los bancos manejar este nuevo juguete a su favor? Probablemente sí. Siempre lo han hecho, cuando algo amenaza su poder, lo disfrazan de “innovación” y terminan cobrando por ello. O sea, prepárate para escuchar frases tipo: “abra su cuenta digital premium para custodiar su euro digital con la máxima seguridad”. Traducción “pague por algo que antes era gratis”.

¿Y al ciudadano de a pie cómo le afecta todo esto? Esto es algo mucho más fácil,  por un lado, podría tener más control de su dinero digital, sin tanto intermediario chupando comisión. Por otro, si los bancos se ponen nerviosos, podríamos ver créditos más caros, menos préstamos y en resumen, la sensación de que el sistema financiero te dice “ya que no me necesitas tanto, voy a hacerte la vida imposible”.

El BCE, mientras tanto, juega a no perder su hegemonía bancaria. Hablan de modernización, de innovación y de seguridad, pero lo que en realidad buscan es que el euro digital no se convierta en el boleto gratis a un mundo donde los bancos sean tan útiles como un fax en 2025.

Así que la gran incógnita no es si el euro digital llegará, sino cómo los bancos van a maquillarlo para seguir cobrando lo mismo por hacer menos. Y ahí, querido lector, es donde está el verdadero espectáculo financiero.