Ah, FTX, el exchange que pasó de ser la joya del ecosistema cripto a convertirse en un meme financiero de proporciones épicas. Liderado por Sam Bankman-Fried, alias SBF (porque en el mundo cripto hasta los nombres son tokens), esta plataforma nos enseñó dos valiosas lecciones:
- Que la regulación no es tan mala cuando manejas el dinero de otros.
- Que puedes ser aclamado como un genio financiero mientras juegas League of Legends y pierdes miles de millones en el proceso.
Spoiler: no salió bien.
¿Qué era FTX y por qué todos hablaban de ello? FTX se presentaba como el exchange para traders serios, sofisticados, modernos... e institucionalmente crédulos. Ofrecía futuros, derivados, apalancamiento obsceno y una interfaz amigable mientras promovía su token FTT como el nuevo oro digital.
Mientras tanto, su CEO con aspecto de estudiante que se quedó dormido en la biblioteca, era entrevistado por medios financieros que lo comparaban con Einstein, Jobs y Buda. Todo a la vez y no de forma seaprada.
Pero cuando el castillo de naipes se mojó, todo se derrumbo. En noviembre de 2022, Binance filtró que FTX estaba usando su propio token (FTT) como garantía para préstamos multimillonarios. Básicamente, se autofinanciaban con humo… perfumado y legalizado por su propia contabilidad creativa.
Lo que siguió fue una estampida bancaria digital, los usuarios querían retirar sus fondos, FTX no los tenía (¡ups!), y de pronto todo se vino abajo.
Valor perdido estimado: 8.000 millones de dólares. Inversionistas afectados, cientos de miles, incluyendo fondos de inversión que, al parecer, no hicieron ni una simple auditoría. Nivel de vergüenza pública y escándalo global con cargos criminales incluidos, por supuesto.
¿Y los bancos? Aplaudiendo desde las sombras. Mientras el cripto espacio ardía, los bancos tradicionales miraban con una mezcla de placer y “te lo dije”. Por fin tenían munición para decir: “¿Ven? Por eso existen los reguladores… y los bancos centrales… y los trajes”. Porque nada dice “seguridad financiera” como un banquero con corbata que no ha robado de forma no tan sutil.
¿Y qué pasa ahora con SBF? Pues fue arrestado, juzgado y declarado culpable en 2023. Pero, en una ironía pura del siglo XXI, su historia está siendo adaptada para series de TV, documentales y probablemente algún NFT con su cara pixelada. Porque en el mundo moderno, incluso las estafas tienen merchandising.
El colapso de FTX no significa el fin de las criptomonedas, pero sí marcó el fin de la inocencia en el sector. Ahora, cada proyecto serio tiene que demostrar que no es FTX 2.0.
Mientras tanto, Satoshi Nakamoto probablemente esté mirando todo desde la sombra, pensando:
“Por esto mismo quise eliminar a los intermediarios... pero ustedes querían exchanges, influencers y tokens con loguito” si es que con la estupidez humana nadie puede.