En un mundo donde puedes guardar una imagen con clic derecho y “Guardar como…”, alguien pensó:
“¿Y si logramos que la gente pague miles de dólares por algo que no puede tocar, oler ni asegurar contra incendios digitales?”
Así nacieron los NFTs, siglas de Token No Fungible, que es como decir: "esto es único, aunque esté pixelado y parezca hecho en Paint". Y sí, la palabra “fungible” suena a enfermedad de hongos, pero no te preocupes: no necesitas antibióticos, solo un poco de sentido común (o mucha fe en el metaverso).
¿Fungi-qué? Existen los bienes fungibles y los no fungibles
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Bien fungible: es intercambiable y tiene el mismo valor que otro del mismo tipo. Por ejemplo:
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Un billete de 10 euros = otro billete de 10 euros.
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1 Bitcoin = 1 Bitcoin (aunque tu primo te diga que el suyo es más especial porque lo minó en su laptop de 2016).
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Un litro de gasolina = otro litro de gasolina, aunque uno huela más a estafa ecológica.
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Bien no fungible: no puede ser intercambiado por otro de igual valor, porque es único o tiene características específicas.
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Un cuadro de Picasso.
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Tu DNI en la Darkweb
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Un tuit de Elon Musk convertido en NFT y subastado por millones (sí, eso si pasó, aunque no parezca real).
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Un NFT es un token digital único, registrado en una blockchain (normalmente Ethereum), que certifica la propiedad de un activo digital. O sea: tú no compras el JPG, compras el derecho a decir “yo soy el dueño del JPG”, aunque millones lo tengan en sus teléfonos. ¡Maravilloso!
Piensa en el NFT como el título de propiedad de un castillo en el aire: tú lo posees, tú lo puedes vender, pero si mañana desaparece… bueno, no era muy sólido que digamos.
Los NFTs pueden representar:
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Arte digital.
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Videos virales.
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Ítems de videojuegos.
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Tickets, contratos, y en algún universo paralelo, hasta tu alma.
Bitcoin, Ethereum y el show de los tokens.
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Bitcoin: Es como el oro digital. Fungible, escaso, y sin CEO.
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Ethereum: Además de moneda, es la fábrica donde se crean NFTs, contratos inteligentes, y sueños de libertad financiera que terminan pagando gas fees altísimos.
Podríamos decir que el Bitcoin es como tener lingotes de oro, pero todos iguales. Ethereum es como tener un pedazo de tierra en el mundo digital donde puedes construir desde una casa NFT hasta un casino de apuestas con gatos pixelados.
¿Son los NFTs una revolución en el mundo del arte, la identidad y los contratos digitales? Sí lo es.
¿También son una forma genial de vender humo con certificación blockchain? También lo es.
Y mientras tú dudas en comprar un NFT de un perro cósmico fumando, alguien más lo está revendiendo por cinco veces su valor original... o lo perdió porque olvidó su clave privada.
La vida en cripto, amigos. Nada fungible, pero siempre divertida.
¿Quieres que siga la serie con una entrada sobre cómo los NFT han impactado el arte tradicional o las estafas más creativas en el mundo de los tokens digitales?