Bueno, queridísimos lectores, curiosos del blockchain, exploradores del “¿qué demonios es un token?” y supervivientes de las modas cripto de los últimos años: ha llegado el momento de decir adiós.
O mejor dicho… adiós, pero me quedo mirando desde la esquina.
Sí, este blog deja de actualizarse. 😔
No, no llores.😢
O sí, llora, porque que queda bonito para la nostalgia.🤭
Pero tranqui, que no nos vamos al metaverso sin dejar una nota pegada en la puerta:
A partir de ahora, todas las noticias, análisis y delirios financieros bañados en humor, ironía y algún que otro sarcasmo con cariño, se mudan a su nueva casa:
Allí podrás seguir encontrando ese contenido tan tuyo, tan nuestro, tan “no entiendo nada pero me río igual”, con la calidad premium que mereces.
Y, además, con más secciones, más actualidad y menos polvo digital.
Pero antes de irnos… un momento nostálgico 🤧
Este blog no desaparecerá.
Jamás.
Nunca.
Bueno, a menos que Internet arda, pero eso ya es otro tema.
Seguirá aquí, firme, quieto, como un monumento a esos tiempos en los que las criptomonedas prometían hacernos ricos mientras nosotros no entendíamos ni la mitad de lo que pasaba.
Un archivo eterno de memes financieros, predicciones dudosas, sueños rotos y alguna explicación decente entre tanta locura.
Así que en resumen, un museo cripto.
El Louvre del Bitcoin, vaya. Una reliquia para los románticos, los nostálgicos y los que quieran leer y decir:
“¿Pero cómo demonios escribían esto con tanta confianza? O descaro”
Así que…
Gracias por estar al otro lado de la pantalla.
Gracias por leer, por reír, por preguntar y por aguantar mis metáforas extrañas.
Ahora toca seguir adelante, evolucionar, modernizarse…
Y dejar este rincón como un homenaje eterno a esa era dorada y a veces tragicómica, de las criptomonedas.
Nos vemos en la nueva casa:
Y recuerda:
Las criptos suben, bajan, vuelven a subir, caen de golpe…
Pero este blog se queda.
Como las leyendas. ✨